Lic. Wilfredo Mora.
El autor es Criminólogo y Perito Forense.
Las drogas son un negocio, los narcotraficantes empresarios, el crimen de narcotráfico un mercado, los consumidores, mercancía. La gente que lleva el tráfico de drogas no son distintos del resto, excepto en que tienen más iniciativa empresarial y menos preocupación por dañar a otros. Pero tienen un negocio y tratan de obtener tanto como pueden.
Esto plantea un problema criminológico importante: el de las víctimas inocentes y las víctimas no inocentes. Veamos, por ejemplo, los “bebés del crack”, son víctimas inocentes, no eligieron ser bebés del crack, igual que quienes nacieron con el síndrome alcohólico fetal. Bajo las circunstancias actuales, una madre adicta al crack tendría miedo de someterse a un tratamiento prenatal, porque se ha convertido en una delincuente, está amenazada con ir a la cárcel. Con las drogas legalizadas, ese temor desaparecería. Incluso las madres adictas al crack tienen un sentimiento de responsabilidad para con sus hijos. Entonces pasan a ser víctimas no inocentes.
Desde que Friedman analizó la posible legalización de las drogas convirtió esta cuestión de la droga en un problema económico. Su modelo fue de gran ayuda para el cuestionamiento legal, es decir, cómo las leyes están actuando, y si están actuando tal como espera la nación. El escribió: “He estimado estadísticamente que la prohibición de las drogas produce, de media, diez mil homicidios al año. Es un problema moral que el gobierno ocasione la muerte de diez mil personas”.
La prohibición del alcohol que impidió a la gente beber era absurda. En lo que se refiere a las drogas, hace algunos años, Alaska legalizó la marihuana. El consumo de marihuana entre los estudiantes de bachillerato de Alaska bajó. Los holandeses, en Holanda, no penalizan las drogas blandas, como la marihuana y preferirían no proscribir las drogas duras, aunque se ven obligados por los compromisos internacionales que han contraído, y el consumo de marihuana entre los jóvenes ha bajado. Las drogas dañan a mucha más gente, pero principalmente por estar prohibida, porque la gente trata de conseguir suficiente dinero para su próxima dosis, por eso tenemos gente muerta en las diversas guerras de la droga y tenemos corrupción del entorno legal.
¿Qué es lo abrumador de la legalización? Que la gente de ingresos bajos llegue a conseguir un nivel de vida muy superior con el negocio de las drogas; sólo compare lo que eso le haría a la familia, a los valores, a la política, al poder político, pero sobre todo a la industria.
Podemos aceptar que se ha escapado de las manos el fenómeno de la criminalidad del narcotráfico, pero la mayoría de esta gente arrestada lo es simplemente por posesión, son consumidores esporádicos. Es evidente que el uso de ley policial convierte la lucha antidroga en la principal función de la policía y eso es un error. En general, la legalización por sí misma no tendría ningún efecto, pero podría ofrecer mejores oportunidades para que las ciudades sean más seguras, podría ofrecer una oportunidad para mejorar la escolaridad y el medio ambiente social.
El miedo es uno de los principales apoyos de los que se oponen a su legalización; miedo a que “no pueda discutirse sobre el fondo”.
Las drogas son un negocio, los narcotraficantes empresarios, el crimen de narcotráfico un mercado, los consumidores, mercancía. La gente que lleva el tráfico de drogas no son distintos del resto, excepto en que tienen más iniciativa empresarial y menos preocupación por dañar a otros. Pero tienen un negocio y tratan de obtener tanto como pueden.
Esto plantea un problema criminológico importante: el de las víctimas inocentes y las víctimas no inocentes. Veamos, por ejemplo, los “bebés del crack”, son víctimas inocentes, no eligieron ser bebés del crack, igual que quienes nacieron con el síndrome alcohólico fetal. Bajo las circunstancias actuales, una madre adicta al crack tendría miedo de someterse a un tratamiento prenatal, porque se ha convertido en una delincuente, está amenazada con ir a la cárcel. Con las drogas legalizadas, ese temor desaparecería. Incluso las madres adictas al crack tienen un sentimiento de responsabilidad para con sus hijos. Entonces pasan a ser víctimas no inocentes.
Desde que Friedman analizó la posible legalización de las drogas convirtió esta cuestión de la droga en un problema económico. Su modelo fue de gran ayuda para el cuestionamiento legal, es decir, cómo las leyes están actuando, y si están actuando tal como espera la nación. El escribió: “He estimado estadísticamente que la prohibición de las drogas produce, de media, diez mil homicidios al año. Es un problema moral que el gobierno ocasione la muerte de diez mil personas”.
La prohibición del alcohol que impidió a la gente beber era absurda. En lo que se refiere a las drogas, hace algunos años, Alaska legalizó la marihuana. El consumo de marihuana entre los estudiantes de bachillerato de Alaska bajó. Los holandeses, en Holanda, no penalizan las drogas blandas, como la marihuana y preferirían no proscribir las drogas duras, aunque se ven obligados por los compromisos internacionales que han contraído, y el consumo de marihuana entre los jóvenes ha bajado. Las drogas dañan a mucha más gente, pero principalmente por estar prohibida, porque la gente trata de conseguir suficiente dinero para su próxima dosis, por eso tenemos gente muerta en las diversas guerras de la droga y tenemos corrupción del entorno legal.
¿Qué es lo abrumador de la legalización? Que la gente de ingresos bajos llegue a conseguir un nivel de vida muy superior con el negocio de las drogas; sólo compare lo que eso le haría a la familia, a los valores, a la política, al poder político, pero sobre todo a la industria.
Podemos aceptar que se ha escapado de las manos el fenómeno de la criminalidad del narcotráfico, pero la mayoría de esta gente arrestada lo es simplemente por posesión, son consumidores esporádicos. Es evidente que el uso de ley policial convierte la lucha antidroga en la principal función de la policía y eso es un error. En general, la legalización por sí misma no tendría ningún efecto, pero podría ofrecer mejores oportunidades para que las ciudades sean más seguras, podría ofrecer una oportunidad para mejorar la escolaridad y el medio ambiente social.
El miedo es uno de los principales apoyos de los que se oponen a su legalización; miedo a que “no pueda discutirse sobre el fondo”.
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