León XIV es el nombre elegido por el estadounidense Robert F. Prevost, agustino de 69 años, quien se convierte en el Papa número 267 de la historia de la Iglesia. Con doble nacionalidad peruana y estadounidense, ha estado vinculado durante cuatro décadas a Perú, lo que lo convierte en una figura cercana a América Latina. Hasta su elección, se desempeñaba como prefecto del Dicasterio para los Obispos, cargo que ocupó por poco más de un año.
En un discurso breve pero simbólicamente cargado, habló en italiano y español, los dos idiomas que mejor domina. Su mensaje giró en torno a los valores de paz, inclusión y diálogo, elementos centrales del pontificado de Francisco, a quien agradeció públicamente por su ejemplo y servicio. La referencia al Sínodo —un proceso de reflexión conjunta impulsado por Francisco y criticado por los sectores más conservadores de la Iglesia— marcó una clara intención de continuidad y apertura.
El Papa León XIV hizo un llamado a toda la comunidad católica a “caminar juntos como pueblo en peregrinación”, evocando el espíritu sinodal que promueve una Iglesia menos jerárquica y más participativa. Con un tono cercano y sereno, pidió “escucharnos mutuamente con respeto” y “construir una Iglesia capaz de tender la mano, no de levantar muros”.
La elección del nuevo Papa se concretó en solo cuatro votaciones, un proceso ágil que refleja el amplio consenso alcanzado entre los 133 cardenales electores del cónclave más multicultural de la historia. Un ritmo similar al de los últimos dos cónclaves: en 2005, Benedicto XVI fue elegido tras cuatro rondas, y en 2013, el papa Francisco tras cinco.
El mundo católico recibe ahora a un nuevo líder que, desde el primer momento, ha dejado claro su deseo de tender puentes, escuchar y sumar voces en la construcción de una Iglesia más fraterna. León XIV inicia así un pontificado que promete continuidad, pero también un estilo propio marcado por su vocación misionera y su experiencia en tierras latinoamericanas.
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