CAGUAS.– El asesino reincidente Nelson Reyes Cruz fue sentenciado a 104 años de cárcel luego de declararse culpable por matar a machetazos a su pareja, Nadgie Cintrón Vázquez, en hechos ocurridos en septiembre.
“Hizo alegación de culpabilidad por los delitos según imputados, por el artículo 93 en la modalidad de matar a su pareja y por el artículo 5.05 (de la Ley de Armas) por el uso del machete”, precisó el fiscal del caso, Francisco J. González, a su salida de la sala 303 del juez Jorge Díaz Reverón.
“El caso terminó hoy. Luego de que él renunciara al informe de presentencia, se le sentenció hoy mismo a cumplir 104 años”, agregó el fiscal en entrevista con este medio.
La sentencia impuesta responde a que el asesinato en primer grado conlleva una pena de 99 años, a los que se suman cinco años por la violación a la Ley de Armas.
Rivera Cruz, de 52 años, estuvo representado por el abogado José Pérez Rivera.
“Maté a mi pareja”, fue lo que declaró Rivera Cruz el pasado 10 de septiembre de 2014, cuando llamó al sistema de emergencias 9-1-1 para notificar el asesinato por el que fue condenado hoy.
Según la investigación policiaca, el convicto dio una dirección imprecisa al operador, lo cual retrasó la llegada de las autoridades a la vivienda de la urbanización Villa Nueva, donde yacía muerta Cintrón Vázquez, de 43 años.
Cuando la Policía llegó al lugar, no solo se topó con el cadáver de la mujer, que tenía múltiples heridas de machete en el torso y rostro, sino también a Rivera Cruz inconsciente.
Trascendió que tras cometer el asesinato, el entonces empleado de mantenimiento del Hospital Menonita de Caguas tomó gran cantidad de fármacos para intentar suicidarse. Al desplomarse, sufrió una fractura craneal.
El crimen de violencia de género que cometió Rivera Cruz es una copia de cómo, en 1998, también asesinó a machetazos a su esposa Ada L. Santiago Aponte, de 33 años.
Según los archivos policiacos, en esa ocasión también llamó al sistema 9-1-1. Además, pidió a un vecino de la urbanización Veve Calzada de Fajardo, donde residía entonces, que lo llevara al cuartel, donde volvió a confesar el crimen, que cometió a pesar de que la hija de la víctima le suplicó que no la matara.
Por ese delito fue sentenciado a 30 años de cárcel en 1998, pero salió en libertad bajo palabra en 2012, según datos del Departamento de Corrección y Rehabilitación.
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