Escrito por: Juan TH
(juanth04@hotmail.com)
Es la misma Policía que dos años antes, 24 de septiembre de 1970, mató a uno de los jóvenes más brillantes de su generación. Amín Abel Hasbún fue asesinado de un balazo en la cabeza bajando las escaleras de su casa, frente a su esposa embarazada, Mirna Santos, y su hijo de dos años.
Es la misma Policía que organizó y patrocinó la “Banda Colorá” en los años 70 que persiguió, apresó, torturó y asesinó a decenas de muchachos.
El cementerio de la Policía es más grande que el Cristo Redentor. Es una Policía regresiva, criminal y corrupta. Es una Policía militar que sigue creyendo, como en los años del “Jefe”, que “el civil no es gente”.
La Policía está para “proteger vidas y propiedades”, pero no de todos; está para proteger “la vida y las propiedades” de los dueños del país. Sin la Policía y las Fuerzas Armadas sería imposible mantener la desigualdad social. Todo el que se oponga al estado de cosas imperante, termina muerto o en la cárcel. El aparato ideológico del Estado donde se encuentra el sistema judicial, tiene un sentido de clase.
Los asesinatos de los años 60 y 70 tenían un matiz político. Los de ahora tienen otra naturaleza. En el fondo, la Policía es la misma. Los métodos no han cambiado mucho. La Policía de ahora probablemente sea más perversa, criminal y corrupta por sus vínculos con el bajo mundo.
La periodista Alicia Ortega nos reveló una guerra silenciosa, pero igualmente brutal. Más de tres mil muertos a manos de la Policía. Un muerto cada 18 horas, es el récord del actual jefe de la Policía Rafael Guillermo Guzmán Fermín.
Mientras se profundizan los niveles de pobreza y marginalidad, continuarán cayendo en intercambios de disparos los hijos de nadie.
(juanth04@hotmail.com)
Es la misma Policía que dos años antes, 24 de septiembre de 1970, mató a uno de los jóvenes más brillantes de su generación. Amín Abel Hasbún fue asesinado de un balazo en la cabeza bajando las escaleras de su casa, frente a su esposa embarazada, Mirna Santos, y su hijo de dos años.
Es la misma Policía que organizó y patrocinó la “Banda Colorá” en los años 70 que persiguió, apresó, torturó y asesinó a decenas de muchachos.
El cementerio de la Policía es más grande que el Cristo Redentor. Es una Policía regresiva, criminal y corrupta. Es una Policía militar que sigue creyendo, como en los años del “Jefe”, que “el civil no es gente”.
La Policía está para “proteger vidas y propiedades”, pero no de todos; está para proteger “la vida y las propiedades” de los dueños del país. Sin la Policía y las Fuerzas Armadas sería imposible mantener la desigualdad social. Todo el que se oponga al estado de cosas imperante, termina muerto o en la cárcel. El aparato ideológico del Estado donde se encuentra el sistema judicial, tiene un sentido de clase.
Los asesinatos de los años 60 y 70 tenían un matiz político. Los de ahora tienen otra naturaleza. En el fondo, la Policía es la misma. Los métodos no han cambiado mucho. La Policía de ahora probablemente sea más perversa, criminal y corrupta por sus vínculos con el bajo mundo.
La periodista Alicia Ortega nos reveló una guerra silenciosa, pero igualmente brutal. Más de tres mil muertos a manos de la Policía. Un muerto cada 18 horas, es el récord del actual jefe de la Policía Rafael Guillermo Guzmán Fermín.
Mientras se profundizan los niveles de pobreza y marginalidad, continuarán cayendo en intercambios de disparos los hijos de nadie.
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