Si usted es de las personas que acostumbra recortarse o afeitarse en cualquier barbería o salón de belleza sin preguntar por las licencias que debe tener ese profesional, sepa que se arriesga a contraer alguna enfermedad.
La falta de conocimientos -que está vinculada a la ausencia de una licencia- puede provocar que se transmitan enfermedades a través del pelo, los vellos y la piel, advirtió la Junta Examinadora de Barberos y Estilistas en Barbería (JEBE).
Es por eso que la Junta, adscrita al Departamento de Estado, iniciará en enero visitas sorpresas en los salones de estilismo y barberías con investigadores que verificarán si estos profesionales poseen la licencia -válida por tres años- provista por el gobierno que permite su desempeño.
“Aquella persona que no tiene la licencia lo hace (el trabajo) por conocimiento de cosas que ve en la calle, no por estudios”, dijo el vicepresidente de la Junta, Jorge Matos. Explicó que la obtención de la licencia -mediante un examen- está atada a la colegiación, que es compulsoria.
Ambas cosas significan que el barbero o el estilista está preparado para hacer su trabajo, sostuvo Matos.
“Eso garantiza que la persona tiene unos conocimientos con relación a enfermedades de la piel y enfermedades de transmisión, además de los talleres en cortes (de cabello)”, precisó.
El secretario auxiliar de servicios y de juntas examinadoras del Departamento de Estado, Francisco Rodriguez, dijo que quienes trabajan sin licencia violan la Ley 146 de 1968.
“Los barberos -cada uno de ellos- tiene que tener la licencia. Si no tienen la licencia, incumplen con la ley e incurren en la práctica ilegal de la profesión. Eso implica un delito menos grave que se penaliza con multa (no mayor de $500 ni menor de $50, o cárcel por un máximo de tres 3 meses) o ambas penas”, destacó.
Matos enfatizó que cada estilista o barbero debe tener esa licencia. Dijo que han encontrado lugares en donde trabajan diez estilistas y sólo uno posee licencia.
Ambos entrevsitados recalcaron que no poseer la licencia implica que la salud de ese barbero está en riesgo y la de todas las personas que atiende.
“Los barberos reciben educación continua en asepsia (procedimiento destinado a preservar de gérmenes infecciosos el organismo). El que no está licenciado se presume que no tiene esa educación”, dijo Rodríguez.
Esa falta de conocimientos podría provocar que no limpie o maneje adecuadamente los cepillos, las penillas, las navajas, las máquinas de afeitar o su equipo, dijo Matos.
“Cuando rasuras, te llevas tejido y puede haber hasta sangre. En las toallas, los vellos, el pelo pueden haber piojos, ladillas… Si no sigues medidas higiénicas, que se aprenden en talleres, la barbería o el salón se puede convertir en un foco de infección con impétigo, sarna u otra enfermedad de transmisión como sífilis o VIH”, abundó Matos.
Con el lanzamiento de los inspectores a la calle esperan combatir los salones y barberías sin profesionales, los beautys de marquesina o hasta en barras.
“El objetivo es que todo aquel que esté en la práctica ilegal no lo pueda hacer porque pone en riesgo la salud del pueblo”, sentenció.
Estimó que pueden haber sobre 4,000 personas que practiquen la barbería y el estilismo de manera ilegal. Lo atribuyó al patrocinio de la gente que, mayormente, no pregunta por las cualificaciones de quien le atiende y se enfocan en el costo.
“La gran mayoría de la gente busca el especial. El consumidor se deja llevar porque quizás el salón es bonito, pero no le interesa lo que es la salud”, sostuvo.
“Vamos a orientar para que la gente exija por lo que paga”, añadió.
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