El concierto que ofreció anoche Calle 13 fue un viaje musical que pasó desde los inicios, cuando René Pérez, el vocalista, utilizaba su cabeza como lienzo de barberos con un ritmo bastante parecido al reguetón, con paradas en los temas de fuerte crítica social y de afirmación latinoamericana, y sin dejar de lado su más reciente exploración existencialista.
No importaron las lloviznas amenazantes, el largo rato que muchos estuvieron haciendo fila para entrar y la espera por que el grupo apareciera en tarima, la banda boricua culminó en casa su gira “Multiviral” con un verdadero espectáculo que mantuvo a la gente coreando, brincando y que hasta consiguió que extraños se abrazaran a petición del llamado Residente.
Esta fue una puesta bien cuidada, con una producción de altura, como es la práctica de un grupo exigente que vela los detalles. Hubo, claro, espacio para la improvisación.
Poco después de las 10:00 p.m., luego de casi una hora de presentación del reggae de International Dub Ambassadors, saxofones, trompeta y platillos tocaron la introducción para que los integrantes de Calle 13 aparecieran ante su público.
Tomaron sus posiciones y comenzaron con “Fiesta de locos” y después con “Baile de los pobres”.
Entonces, René, que había subido con una camiseta que leía “la crudita está mal cocida”, en clara referencia a la reciente aprobación en la Legislatura de Puerto Rico del aumento del impuesto al barril del petróleo, ofreció su esperado mensaje. Tenía preparadas unas “exigencias” al gobierno: que se le complete el bono de Navidad que se les rebajó a los empleados públicos, que no se cierren más escuelas, que los planteles se mantengan abiertos hasta después de clases para ofrecer cursos de artes y deportes, que no se deje atrás el proyecto del dragado del Caño Martín Peña y que se convoque una asamblea de pueblo para exigirle al presidente Barack Obama la excarcelación del prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera.
“Háganse sentir. Esta noche vamos a brindar por el aguante”, pronunció para entonar el tema que ilustra con palabras lo soportado por la humanidad a través de la historia.
Las notas más sublimes llegaron rápido con “Un beso de desayuno” y “No hay nadie como tú”.
Eduardo Cabra, Visitante, presentó a su hija, Azul, quien tocó el piano para la canción “Respira el momento”. René, por su parte, dedicó a su recién nacido Milo “Ojos color sol”, del que dijo escribió “pensando en los hermosos ojos de las personas cuando se levantan, en los hermosos ojos de mi esposa”, la actriz argentina Soledad Fandiño.
La sorpresa fue Draco, quien subió para acompañar a la agrupación en “La vuelta al mundo”. Entusiasmado y vigoroso, entonó los coros junto con Ileana Cabra.
La llamada PG-13 merece una mención aparte. Y es que, si bien pocas veces figura como carátula del grupo, su voz, con todas sus posibilidades, es un elemento ya tan intrínseco a Calle 13 como su propio nombre.
Las próximas intervenciones fueron conciliadoras. En un momento René pidió a los asistentes que soltaran las cámaras y que se abrazaran, aunque no se conocieran. Luego, que brincaran, aun los que tuvieran alguna discapacidad. “Brincamos con la mente, que sé que así también se puede brincar”, dijo. Y más tarde, lanzó botellas de agua y pidió que compartieran.
Este Residente ya no es aquel que recorría el escenario a zancadas, de un lado al otro sin parar, y que lanzaba las tenis al público, ni el que impulsivamente la emprendía contra presidentes, gobernadores y alcaldes. Explosivo, sí. René no dejó de brincar, de intentar tocarse la nariz con sus rodillas. Pero ahora sus mensajes son articulados de manera más metódica. Ya lo había advertido en la conferencia de prensa que antecedió el concierto: “uno va creciendo y aprendiendo que hay formas de decir lo mismo sin dividir”.
Y quizás el mensaje más contundente de la noche no lo ofreció él, sino que le cedió el micrófono a Clarissa López, hija de Oscar López Rivera, quien leyó una carta para exigir la liberación de su padre. “Free Oscar López now”, pidió para quienes sintonizaban el concierto desde fuera de Puerto Rico. El público le respondió coreando: “libertad, libertad, libertad”.
El viaje “Adentro” tuvo así sus paradas de crítica social, de reflexión, de burla y sarcasmo, pero también de sandungueo y cachondeo. Fue una catarsis entre gente que ha aguantado mucho.
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