Las manifestaciones sexuales técnicamente llamadas parafilias, son como las define la sexóloga y psicóloga clínica de la Universidad Javeriana Martha Lucía Palacios, “un comportamiento alternativo que se puede presentar en cualquier persona, que surge más probablemente en la adolescencia, cuando la libido está más alta y se empiezan a establecer referentes de lo que es sexualmente atrayente. En este caso, se crean vínculos eróticos con cosas o situaciones que tradicionalmente no se asociarían a la vida sexual”.
Así, cada una de las parafilias surge de modo distinto. Un ejemplo es el sadismo, en el que la persona establece un vínculo de placer sexual con el dolor inflingido por otra, debido posiblemente a que en algún momento de su desarrollo cognitivo un castigo físico (posiblemente un golpe en una zona erógena) desató la relación dolor-excitación.
“El centro del dolor y del placer están ubicados muy cerca en el cerebro”, explica Palacios. Por ende, una parafilia puede hacer parte del disfrute sexual siempre y cuando no se dañe a otros, sobre todo porque, según los expertos en el tema, se caracteriza por ser una conducta obsesiva y muy difícil de reprimir o erradicar para aquellos que así lo desean. “Generalmente estas prácticas van acompañadas con una carga de placer muy alta, más allá que la producida por el contacto genital”, agrega la sexóloga.
En 1987, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría eliminó el término ‘perversión’ del Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales y de la terminología psiquiátrica mundial para referirse a este tipo de prácticas sexuales, que ahora se denominan parafilias.
Incluso no se descarta que estos extraños placeres puedan ser parte del disfrute en pareja, siempre y cuando haya un diálogo previo. “La comunicación y el entendimiento de este comportamiento es clave si se busca compartirlo, si la otra persona lo encuentra incómodo o repulsivo es casi imposible que se logre un entendimiento”.
Por otro lado, es frecuente que las personas que crean algún tipo de parafilia sean introvertidas, tengan problemas para relacionarse socialmente o vivan en comunidades muy puritanas, donde los comportamientos sexuales no están permitidos”, agrega Palacios.
Por El Tiempo,
Colombia / GDA
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