La exuberante Jennifer López está dispuesta a ejercitarse en el gimnasio tantas horas como sean necesarias para frenar el paso del tiempo y seguir presumiendo de su envidiable silueta, pero jamás se atrevería a pasar por el quirófano para conservar la innegable belleza que exhibe a sus 44 años; sobre todo por su aversión a la anestesia general.
"Siempre he dicho que haré todo lo que sea posible para conservar mi aspecto y estar en buena forma, pero jamás me he dejado llevar por la tentación de la cirugía estética y nunca lo haré. Me aterraría profundamente tener que someterme a una operación para algo tan superficial. Me da mucho miedo la anestesia y la idea de que me pongan a dormir artificialmente", admitió durante una entrevista en la emisora australiana 2DayFM.
Otra de las razones por las que la diva del Bronx rechaza tajantemente la cirugía plástica tiene que ver con su conocido afán de superación, ya que la artista neoyorquina está convencida de que cualquier mujer con determinación y un cierto gusto por la actividad física podría lucir un cuerpo tan tonificado como el suyo y, sobre todo, un "trasero" que deje a todo el mundo boquiabierto.
"¿Por qué las mujeres tenemos que correr riesgos con una operación, cuando podemos cuidar nuestra figura con un poco de ejercicio? Estar guapa y radiante en el plano físico no tiene mucho secreto: se trata de ir al gimnasio, de tener fuerza de voluntad y de querer superarse día a día. La verdad es que para mí nunca ha sido demasiado difícil cumplir con estas reglas, porque siempre he sido una atleta; de pequeña hacía mucho deporte y jugaba al tenis", explicó la cantante antes de desvelar la clave de sus famosas y firmes posaderas.
"Es muy sencillo, solo hay que comer productos saludables y frescos, salir a correr de vez en cuando y mover mucho el trasero en la bicicleta estática", apuntó.
Aunque suele mantener una disciplina espartana a la hora de seguir su régimen alimenticio y cultivar su cuerpo, Jennifer López también tiene días en los que no puede evitar caer en la tentación de los dulces, lo que le obliga a vestir ropa cómoda y holgada durante varios días para disimular los efectos de los excesos.
"Claro que a veces me paso con la ingesta de chocolate. Es uno de mis placeres ocultos pero trato de que no se noten demasiado las consecuencias con prendas un poco más grandes de lo normal, que me queden un poco sueltas. Soy muy ingeniosa en ese sentido", puntualizó.
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