“Conocerás la verdad”, el filme puertorriqueño que estrenó en los cines esta semana, no se enmarca en mostrar cómo Héctor Delgado se convirtió en uno de los mayores exponentes de la música urbana tanto en Puerto Rico como en Latinoamérica.
Al contrario, se enfoca casi exclusivamente en cómo Héctor El Father dejó atrás el dinero y la fama para convertirse en un pastor evangélico.
Delgado no solo es el protagonista, sino el guionista, lo que resulta asertivo, ya que le logra expresarle al espectador exactamente el estado emocional y psicológico que atravesaba cuando decidió retirarse de la carrera que lo sacó del caserío y lo catapultó a la fama. Sin embargo, el brinco narrativo entre el momento en que la versión adolescente del protagonista decide distribuir casetes de música underground para “El enano”, su mejor amigo y el momento que El Father, ya en la cúspide de su éxito, comienza a enfrentarse a los demonios de su vida personal deja un vacío que probablemente les disguste a sus fanáticos o quienes estén interesados en conocer el inicio de su carrera y su impacto en el género musical.
A pesar de cumplir con su objetivo principal, “Conocerás la verdad” es una oferta cinematográfica imperfecta, aunque sean más los recursos funcionales que sus tropiezos. A su favor está la participación de Delgado frente a las cámaras. Ser un intérprete musical carismático no garantiza habilidad actoral frente a las cámaras y es precisamente por eso que la actuación de Delgado sorprende. No todo el que enfrenta el reto de actuar para este medio posee la habilidad de comunicarle al público su mundo interior. Aunque Héctor Delgado se puede pulir aún más como actor, esa cualidad básica la domina a cabalidad y es -en gran parte- lo que sostiene el filme de principio a fin.
El otro recurso positivo es la dirección de Joel Antonio Colón. En muchas ocasiones, el cineasta no puede cambiar la naturaleza episódica del guion, pero su toque es firme y acertado, sobre todo en las actuaciones del elenco y en sostener la intensidad emocional de la historia.
En su contra, el filme abusa de técnicas de edición, con pietaje de archivo de los conciertos del protagonista y algunas entrevistas, que resalta aún más los huecos de la trama e interrumpe la unidad dramática del resto de lo que se plasma en pantalla. Aún menos efectivo es el uso de una partitura musical que le dicta al espectador cómo debe sentirse el protagonista. Esto no es algo desastroso, pero en varias ocasiones le resta al trabajo del director y el elenco.
Pese a estas debilidades, el filme no se recuesta en sus mensajes positivos. Usualmente este tipo de película utiliza sus buenas intenciones para justificar cualquier aspecto que no funciona. En este caso, la temática y el efecto de la misma sobre el público es sostenida y exaltada por el trabajo sólido e íntegro de Colón en la silla del director y Delgado entregándolo todo frente a las cámaras.
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