Con una altitud superior a los 1,800 metros, el volcán expulsó una columna de cenizas que se elevó a más de 6,000 metros sobre el nivel del mar. La nube se desplazó hacia el océano Pacífico, sin amenazar zonas habitadas ni grupos de excursionistas, según informó el Ministerio de Situaciones de Emergencia a través de su canal en Telegram.
Kamchatka, una zona conocida por su actividad sísmica y volcánica, alberga cerca de 30 volcanes activos. Esta reciente erupción ocurre en un contexto especialmente agitado, pues apenas días antes también despertó el Kliuchevskoi, el volcán más alto de Eurasia, aumentando la preocupación entre expertos geológicos.
El Programa de Vulcanismo Global del Instituto Smithsoniano había registrado la última erupción del Kracheninnikov en el año 1550. Desde entonces, se consideraba dormido. Su reactivación, justo después del sismo de esta semana, ha despertado el interés científico internacional y plantea preguntas sobre una posible correlación entre ambos fenómenos.
El potente terremoto, uno de los más intensos registrados desde 2011, generó alertas de tsunami en varios países del Pacífico. En Rusia, causó serios estragos en el puerto de Severo-Kurilsk, donde el mar arrasó instalaciones portuarias y sumergió una planta pesquera, dejando a miles de personas evacuadas.
Aunque Kamchatka es una región escasamente poblada, su belleza natural atrae cada año a turistas que buscan paisajes volcánicos y vida salvaje. Hoy, sin embargo, sus montañas rugen con fuerza ancestral, recordando que en esta esquina del mundo, la Tierra nunca duerme del todo.
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