La entrada inesperada del Pontífice generó una ola de aplausos y emoción entre los presentes, quienes se pusieron de pie al ver al Santo Padre alzar sus manos en señal de saludo mientras era conducido hacia el altar. Con voz clara y visiblemente más fuerte que en su reaparición ante el hospital Gemelli el pasado 23 de marzo, Francisco saludó a la multitud: “Buen domingo para todos… Muchas gracias”, dijo, luego de asegurarse de que el micrófono funcionaba correctamente.
Esta aparición marca el regreso del Papa al corazón de la actividad pública, tras haber superado una neumonía que comprometió gravemente su salud y lo mantuvo internado durante cinco semanas.
Desde su alta médica, ha estado cumpliendo un estricto régimen de reposo de al menos dos meses, según indicaciones médicas, mientras continúa con terapias físicas, respiratorias y del habla, además del tratamiento para una infección pulmonar persistente.
Durante la misa, cuya homilía fue leída por el arzobispo Rino Fisichella, organizador del próximo Año Santo, el Papa hizo referencia a su reciente experiencia con la enfermedad, conectando profundamente con la temática de la jornada: el sufrimiento, la esperanza y el valor del acompañamiento médico.
El Jubileo, previsto para 2025, espera congregar a más de 30 millones de peregrinos en Roma. La presencia del Papa en este evento dominical no solo fue un testimonio de su recuperación, sino también un mensaje poderoso de cercanía a quienes padecen enfermedades y a quienes los cuidan con entrega y vocación.
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