Pocas acciones humanas han sido tan celebradas en la literatura y el arte como el beso. Desde las intensas líneas del poema “Besos” de Gabriela Mistral, hasta los retratos más apasionados del cine o la pintura, este gesto sencillo —que une labios, cuerpos y almas— sigue siendo una poderosa expresión de afecto y conexión emocional.
Pero más allá del romanticismo, besar tiene efectos tangibles en el bienestar psicológico y emocional de las personas. Así lo explica Silvia Cintrano, sexóloga y psicóloga especializada en Terapia de Pareja del Instituto Centta, en una entrevista con la agencia EFE, con motivo del Día Internacional del Beso, que se celebra cada 13 de abril en honor al beso más largo de la historia, que duró más de 58 horas en Tailandia.
Mucho más que un gesto
“En nuestra cultura, el beso puede significar muchas cosas: desde un simple saludo hasta una profunda expresión de amor o deseo”, señala Cintrano. “La manera en que besamos comunica tanto como nuestras palabras. Forma parte de la comunicación no verbal y transmite emociones, intenciones y el tipo de vínculo que tenemos con la otra persona”.
Desde el beso fugaz de saludo hasta el beso pasional entre amantes, cada tipo tiene un significado particular que revela la naturaleza del vínculo y la intensidad del sentimiento. Cintrano describe cinco formas de besar que expresan afecto:
Beso de esquimal: frotar suavemente las narices, gesto íntimo y tierno dentro de la pareja.
Beso de pico: corto y rápido, ideal para saludos o despedidas entre personas cercanas.
Beso de abuela: intenso y afectuoso, típico en entornos familiares o con seres queridos.
Beso francés o de tornillo: cargado de pasión e intimidad, combina labios y lenguas.
Beso en el cuerpo: desde la mejilla (afecto no sexual) hasta la frente (cuidado) o el cuello (seducción).
Cinco beneficios emocionales del beso
Lejos de ser solo un acto romántico, besar puede transformar nuestro estado emocional y psicológico:
Fortalece el vínculo afectivo: expresa amor, compromiso y pertenencia.
Aumenta el bienestar: libera endorfinas que generan placer y alivian el dolor.
Reduce el estrés: gracias a hormonas como la oxitocina y la dopamina, nos relaja y calma.
Mejora la autoestima: sentirse deseado y amado refuerza la autoimagen.
Fomenta la intimidad: facilita la conexión emocional y la exploración conjunta.
¿Existe el beso perfecto? Sí, pero es único para cada quien
Aunque no hay una fórmula universal para el “beso ideal”, Cintrano apunta cinco ingredientes que pueden marcar la diferencia:
Presencia: estar consciente del momento, sin distracciones.
Consentimiento y respeto: saber que ambos desean lo mismo.
Conexión emocional: el vínculo previo le da significado.
Pasión y ternura: equilibrio entre deseo y afecto.
Significado profundo: a veces, un beso representa algo más grande que un simple acto físico.
“El beso es una herramienta poderosa de comunicación emocional”, concluye la experta. “Es una forma de decir ‘te quiero’, ‘te cuido’ o simplemente ‘estoy contigo’, sin necesidad de palabras. Y eso, en un mundo lleno de prisas, puede ser un acto profundamente transformador”.
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